Muchas veces cuando hablamos de terapias complementarias caemos en el error de pensar en medicina alternativa, pero no hacen referencia a lo mismo. Como el término indica, las terapias complementarias se utilizan junto con la medicina occidental tradicional y cuentan con el reconocimiento y aprobación de muchos profesionales sanitarios, mientras que las medicinas alternativas se utilizan en sustitución de la medicina tradicional.
Las terapias complementarias promueven la capacidad de autosanación del cuerpo y ello hace que, su actuación en paralelo y en combinación con los tratamientos médicos tradicionales se potencien los efectos positivos de estos tratamientos.
Así, se trata de aprovechar las sinergias entre medicina tradicional y terapias complementarias para sacar al máximo los efectos beneficiosos de ambas.
Un buen ejemplo de la medicina complementaria es precisamente el caso que poníamos semanas atrás en este blog sobre la utilización del Reiki en hospitales españoles como terapia complementaria en aquellos enfermos que reciben quimioterapia. En estos pacientes los resultados positivos eran muy claros: sus recuperaciones son más rápidas, mejora las actitudes y reducen los efectos negativos de la medicación.
De la misma manera, muchos de los problemas emocionales y afectivos que habitualmente se tratan con tranquilizantes, ansiolíticos y otros fármacos, pueden mejorarse a través de la participación en talleres de desarrollo personal al profundizar un poco más la forma íntima de ver las cosas y como eso supone sufrimiento.
Pero estos tan sólo son un ejemplo, ya que los masajes, el Reiki, el shiatsu, el desarrollo personal y el resto de terapias complementarias son beneficiosas en múltiples patologías como problemas musculares, de huesos y articulaciones, problemas circulatorios, tensión arterial o varices, problemas digestivos, de insomnio o depresión, por citar algunas, ya que todas las enfermedades pueden ser tratadas conjuntamente con cualquiera de nuestras terapias.